La principal función del procurador es la representación de su cliente ante los órganos judiciales, evitando que el ciudadano tenga que acudir al órgano jurisdiccional para recibir actos de comunicación o trámites judiciales.
En este sentido, destaca la doble función: la de representar y defender sus intereses.
El procurador es el puente entre la parte procesal en un pleito con el propio Juzgado. Se se encarga de presentar escritos y documentos y en lo mismo, retirarlos en tiempo y forma, subsanando cualquier tipo de omisión o defecto procesal que se pueda producir durante -y después- del proceso.